La concentración implica prestar atención a las señales pertinentes, sin permitir que la atención se dirija a los lugares no correspondientes. Podemos concentrarnos en los estímulos internos o externos, como así también en varios de ellos, según lo que indique la situación. En general, los bailarines poseen la capacidad de concentrarse en situaciones óptimas, pero hay veces que estas se complican (música poco audible, ensayos paralelos en salas contiguas o misma sala, un mal día en la vida personal tanto del bailarín como del ballet etc), en ese caso el bailarín debe hacer un esfuerzo para conseguir concentrarse.
La concentración puede variar en diferentes etapas del ensayo, y también es algo que se puede entrenar. El logro del control de la atención, dependerá de la elaboración de un plan adecuado a las necesidades de cada bailarín. A modo de ejemplo, analicemos la siguiente situación, que muestra los problemas con los que se encuentran los bailarines a la hora de controlar y mantener el foco atencional: Una bailarina necesita perfeccionar la técnica de piruetas que debe realizar junto a su compañero, ella piensa, “nunca me saldrá”. Dichos pensamientos, seguramente provocarán un exceso de tensión muscular en la bailarina que afectará tanto a su nivel de rendimiento como al de su compañero. Este último se sentirá inseguro e impotente al no poder manejar la situación. Se producirá entonces, ausencia de concentración que afectará tanto al desempeño técnico como emocional dentro de la pareja de baile. Por consecuencia, la falta de sintonía entre los mismos, durante el momento breve de ejecución de los giros, perjudicará a la totalidad de la pieza de baile elegida. Muy fácil es perder la concentración y muy difícil recuperarla.
Algunas personas no pueden olvidar lo que sucedió anteriormente, sobre todo si lo consideran un error grave. Centrarse en sucesos del pasado impide que la atención sea puesta en el presente. Existen bailarines que no pueden soportar sus presiones internas, por ejemplo: “No puedo fallar”, “debo llegar como mínimo al 3° puesto”, etc; otros, tampoco soportan las presiones externas, por ejemplo: una baja puntuación, las críticas de sus compañeros, la ovación del público al momento de la puesta en escena, etc; para lograr soportar estas situaciones se necesita determinada fortaleza mental, que con esfuerzo y continuidad puede conseguirse. Un tema que se encuentra íntimamente ligado al control de las presiones, es el manejo del estrés competitivo.
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